La compasión es el motor que mueve a Jesús en favor nuestro. La compasión le hace evaluar nuestro pasado, considerar nuestro presente y proyectarse al futuro para cuidar de nosotros. Esa compasión le hace buscar alternativas para suplir nuestras necesidades.
Pero en lugar de recurrir inmediatamente a lo sobrenatural, se enfoca en lo natural. En nuestros propios recursos busca soluciones. Sin embargo, sus discípulos miran fuera de sí mismos y lo que ven es un lugar desierto. Mirar hacia afuera, evadiendo nuestra responsabilidad es la primera alternativa que los seres humanos consideramos cuando nos enfrentamos a retos que nos incomodan. Porque mirar hacía nosotros mismos implica desprendernos de lo que tenemos, que a veces, escasamente da para suplir nuestra propia necesidad.
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos". Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?". El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete". Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud. Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran. Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado. Eran unas cuatro mil personas. (Marcos 8:1-10)
En muchas ocasiones nos inmovilizamos ante algunos desafíos porque parecen demasiado grandes para nuestros escasos recursos. Como los discípulos, miramos a nuestro alrededor y lo que vemos es un enorme desierto, un escenario de carencias y desolación que nos paraliza. Ante esa escena la opción es esperar por lo sobrenatural: orar para que Dios provea de la nada, como maná en el desierto.
Sin embargo, Jesús nos confronta con nuestra propia responsabilidad y nos hace cambiar la perspectiva, “¿Cuántos panes tienen ustedes?”. La compasión de Dios comienza por enseñarnos a identificar nuestros propios recursos y hacernos solidarios los unos con los otros. Pero cuando nuestros recursos no son suficientes, él los bendice para que alcancen. Así comieron todos y sobró para llevar.Los ojos de Dios están sobre nosotros pendiente a nuestra necesidad. Pero también nos enseña la responsabilidad que tenemos de cuidar los unos de los otros.
Una vez que identifiquemos nuestros recursos, Jesús se compromete en que al elevarlos a Dios en gratitud, se manifestará la provisión sobrenatural para que sobreabunden.
La compasión de Dios comienza por enseñarnos a identificar nuestros propios recursos y hacernos solidarios los unos con los otros. Pero cuando nuestros recursos no son suficientes, él los bendice para que alcancen.
Tweet
Oremos: Señor, enséñame a mirar con tus ojos para poder identificar la necesidad del otro y la otra aun antes de que esta sea manifestada. Enséñame a colaborar contigo poniendo de lo poco que poseo en tus manos para construir un reino de justicia y provisión para todos y todas. Como Jesús, extiendo mis manos en gratitud presentandote mi vida y poniéndola a tu servicio.
Colaboración para Momento Sagrado, Universidad del Sagrado Corazón, 11 de febrero, 2023.

¡Gracias por su vista!