Si nos aferramos a las glorias del pasado no disfrutaremos las del futuro.
No podemos vivir estancados en un solo tiempo y en una sola manera de hacer las cosas. Porque cuando esa es la visión que tenemos de nuestra vida, perdemos la visión de Dios.
La historia bíblica nos cuenta que había un joven llamado David que vencia gigantes con solo una honda y una piedra. Pero lo que mucha gente no predica, es que el texto bíblico también dice que ese mismo David salió a pelear contra el gigante cuando estaba viejo, se cansó y no lo pudo vencer. Al ver eso el gigante se aprovechó y trató de matarlo.
Ahora vemos a un David viejo y cansado. ¿Cuántos de nosotros ya nos sentimos cansados para realizar algunas tareas? Otros, igual que David, en otra etapa de vida, tal vez enfermos, un poco más viejos y cansados, queremos seguir haciendo lo mismo y de la misma forma?
Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó. E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel. (2 Samuel 21:15-17)
Este texto es muy interesante porque es obvio que David todavía pensaba que podía luchar contra los gigantes de la misma manera que antes. Pretender seguir haciendo lo que hacia antes, lo podía llevar a la verguenza, a la derrota y tal vez a la muerte.
¿Cuántos de nosotros no hemos tenido que quitarle la llave del carro a nuestros padres para que no guien más? Pero no lo hacemos porque ellos ya no son útiles o productivos, lo hacemos para protegerlos porque los amamos.
A David no lo quitan del frente de batalla porque no sirve. A David lo quitan del frente de batalla para protegerlo porque es demasiado valioso para el pueblo de Israel.
Llega el momento en el que nosotros mismos debemos de fomentar un cambio. ¿En qué lugar o de qué forma somos más útiles? Hay una sabiduria de vida, hay una experiencia profesional, hay una madurez espiritual, que si la ponemos al servicio de los demás en una nueva manera cónsona con nuestra etapa de vida actual, no solo nos va a permitir sentirnos útiles y realizados, sino que va a dar continuidad al proyecto que Dios puso en nuestras manos.
Si nos aferramos a las glorias del pasado no disfrutaremos las del futuro.
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Aquellos que están en etapas de transición, ya sea por edad, en el empleo, por alguna enfermedad, por asuntos familiares o por alguna otra razón, pido al Señor que esta palabra de Dios te traiga paz, te traiga dirección, y sobre todo, que afirme en tu vida esa palabra de Jesús: “Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente. (Mt 5:14-16)
¿Para qué sirves? Hoy sirves más que antes. Sirves para “que tu luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.” (Mt 5:16)

¡Gracias por su vista!