¿En cuántas ocasiones en la vida de familia hemos querido dejar nuestros hijos e hijas fuera de los problemas familiares? Sobre todo cuando son problemas económicos. Las instrucciones de Dios, que provienen de su Palabra, no solo nos enseñan cómo mejorar nuestra relación con Dios, también nos enseñan cómo mejorar la vida en familia.
Eliseo le preguntó: —¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella le contestó: —Esta servidora de usted no tiene nada en casa, excepto un jarrito de aceite. Entonces Eliseo le dijo: —Pues ve ahora y pide prestados a tus vecinos algunos jarros, ¡todos los jarros vacíos que puedas conseguir! Luego métete en tu casa con tus hijos, cierra la puerta y ve llenando de aceite todos los jarros y poniendo aparte los llenos. La mujer se despidió de Eliseo y se encerró con sus hijos. Entonces empezó a llenar los jarros que ellos le iban llevando. 2 Reyes 4:2-5
En momentos de crisis Dios siempre se muestra interesado en nosotros. Pero una de las maneras en las que Dios desea demostrar sus cuidados puede resultar incómoda para muchos. Un padre y una madre que se preocupa sanamente por sus hijos les capacita para el futuro aunque para esto tengan que pasar trabajo. Así es cómo Dios nos demuestra su amor, involucrándonos en el proceso en lugar de regalarnos lo que necesitamos.
En este textos vemos cómo se destacan 4 pasos necesarios para la superación de crisis familiares.
Identifica tus propios recursos
“Dime qué tienes en casa.“
En la mayor parte de las ocasiones en las que estamos en problemas no pensamos en lo que tenemos sino en lo que nos falta. El momento de crisis nos ciega, no nos permite identificar los recursos que tenemos. Sin embargo, Dios siempre ve posibilidades en aquello a lo que nosotros no le damos valor.
Usted y yo tenemos más recursos de valor de lo que creemos. No subestimes tus recursos. Muchos de nosotros padecemos de una pobre autoestima. Pensamos que nuestros talentos, nuestras capacidades y nuestros recursos no valen tanto como los de los demás. Limitamos nuestro valor y le limitamos a nuestros hijos las posibilidades que pueden tener de salir adelante. Evalúa tu caudal personal y familiar e identifica tus recursos, aunque parezcan limitados.
Identifica tu capital social
“Ve ahora y pide prestados a tus vecinos algunos jarros, ¡todos los jarros vacíos que puedas conseguir!”
Todos contamos con un capital social, pueden ser familiares, amigos, hermanos de la iglesia, o vecinos, como en el caso de la viuda. Sin embargo, por diversas razones se nos puede hacer difícil recurrir a ellos.
- Porque nos no nos atrevemos buscar ayuda
- Porque somos demasiado orgullosos para reconocer que necesitamos ayuda
- Porque nos hemos acostumbrado a que otros nos resuelvan los problemas
Una vez identifiquemos a quién nos podemos acercar para buscar ayuda nos corresponde trabajar con nosotros mismos y evaluar si necesitamos sobreponernos a nuestra timidez, a nuestro orgullo o a la costumbre de que otros nos resuelvan todos nuestros problemas y nos provean lo que necesitamos.
Involucra a tu familia y trabajen juntos
“Métete en tu casa con tus hijos, cierra la puerta y ve llenando de aceite todos los jarros.”
Los problemas de familia se resuelven en familia. Muchos padres y muchas madres mantienen a los hijos enajenados de la realidad. Viven endeudándose, hasta el punto de que muchos padres terminan enfermos física o emocionalmente porque tratan de darle una vida a sus hijos que no es cónsona con sus recursos. A los hijos no los podemos hacer responsables de nuestros problemas, pero tampoco los podemos mantener aislados de la realidad. Cuando juntos enfrentamos los problemas, juntos vivimos la bendición de Dios.
Involucra tu familia, reconoce sus talentos y ponlos a trabajar.
Sin duda, veremos juntos el resultados. Veremos juntos el milagro, veremos juntos la intervención de Dios. Algunos milagros son una combinación de fe y voluntad, de fe y acción, de fe y colaboración.
Pero cuando Dios te conceda el milagro no te olvides de cumplir con tus responsabilidades.
Cuando juntos enfrentamos los problemas, juntos vivimos la bendición de Dios.
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Cumple con tus compromisos
El favor de Dios no nos exime de nuestras responsabilidades.
Dios mostró su justicia proveyendo a la viuda los recursos para pagar su deuda. Si la injusticia está en los hombres, Dios te pondrá en honra como lo hizo con la viuda. ¡No lo dudes!
Pero cuando Dios te provea, cumple con tus compromisos.
Ante el acercamiento humilde de la mujer que se reconoce sin recursos, Dios le provee. Pero no llega como lluvia de maná en el desierto. La provisión de Dios es una lección de colaboración, de unidad, de emprendimiento y de fe.
Créele a Dios y sigue sus instrucciones: involucra tu familia y cumple con tu parte de la responsabilidad.
Algunos milagros son una combinación de fe y voluntad, de fe y acción, de fe y colaboración.
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*Foto: Samaritan’s Purse – Philippines Projects https://www.samaritanspurse.org/donation-items/philippines-projects/

¡Gracias por su vista!