Las crisis y las situaciones de injusticia nos llegan de manera inesperada. Pero Dios no se aparta de sus hijos e hijas, el escucha y actúa en favor tuyo.
El Señor sostiene a los que caen y levanta a los que desfallecen. Los ojos de todos esperan de ti que tú les des su comida a su tiempo. Abres tu mano, y con tu buena voluntad satisfaces a todos los seres vivos. El Señor es justo en sus caminos, bondadoso en sus acciones. El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. Él cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva. Salmo 145:14-19
El salmista hace memoria (vv7) de la intervención de Dios a través de la historia para salvar la humanidad. En medio de las situaciones dificiles Dios no está ajeno al dolor ni a la injusticia.
Aquellos que caen pueden confiar que les levantará.
Las caídas de los que creen en el Señor no son permanentes. La fuerza del Espíritu de Dios es la mano que sostiene y que nos levanta aunque el agotamiento físico y emocional parezca rendirnos. La mano del Señor también se manifiesta en las manos de aquellos y aquellas que se acercan a nosotros para ofrecernos ayuda. Nadie se mueve a ayudar sin que el impulso de Dios sea su motor, aunque no estén conscientes de ello.
La fuerza del Espíritu de Dios es la mano que sostiene y que nos levanta aunque el agotamiento físico y emocional parezca rendirnos.
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Aquellos que viven en escasez pueden confiar en que él proveerá.
La provisión oportuna de Dios se manifiesta en lo necesario y se convierte en abundancia cuando nos damos cuenta de que tenemos más de lo que verdaderamente necesitamos.
Aquellos que son víctimas de la injusticia pueden confiar que actuará.
Dios no es sordo ni ciego ante la injusticia humana. Las obras de maldad de unos mueven la mano de Dios para salvación. Esa salvación se ha manifestado en la historia a través de la liberación de gobiernos y poderes opresivos. Pero también se ha manifestado en el despertar de quien a conocido a Jesús y a encontrado un estado de paz y libertad interior que no está sujeto a las condiciones físicas o materiales. La liberación interior es el impulso del creyente para contribuir a la búsqueda del bien y la justicia como anticipo del Reino.
La provisión oportuna de Dios se manifiesta en lo necesario y se convierte en abundancia cuando nos damos cuenta de que tenemos más de lo que verdaderamente necesitamos.
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Aquellos que le buscan sentirán su presencia.
Pero la experiencia de Dios hay que buscarla intencionalmente. El diario vivir puede ser tan ajetreado y agotador que no nos permita percibir su presencia. Pero aquellos y aquellas que de todo corazón buscan abrir sus ojos a la realidad de Su presencia, tienen la promesa de que Su cercanía se hará sentir.
Aquellos que le piden ayuda serán escuchados.
Dios no se resiste a un grito de auxilio. Su naturaleza es misericordiosa y su amor desplaza su ira (vv8-9). Es por eso que sale siempre en nuestra ayuda.
En tiempo de dificultad confía en él, busca intensamente Su presencia y pide ayuda, que el no tardará en actuar, porque te ama.

¡Gracias por su vista!