En muchas ocasiones alguna persona me han dicho: “Pastora ore usted por mi que Dios a usted la oye más que a mi”. Sin embargo, Jesús nos enseña que todos y todas somos como niños para él. Podemos acercarnos a el directamente y seremos recibidos y bendecidos.
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Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos". Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. Mateo 19:13-15
Jesús privilegia los niños como el modelo de ser humano que debemos ser frente a aquellos que creen tener un lugar especial en el Reino de Dios. Siendo como niños siempre contaremos con alguien que cuide de nosotros. Así practicamos nuestra dependencia en el Padre Dios y abandonamos nuestro sentido de autosuficiencia.
Siendo como niños y niñas contamos con Jesús como hermano mayor que nos honra, nos defiende y nos da un lugar de privilegio cuando otras personas nos desprecien o nos releguen a un lugar inferior. Jesús demuestra el obrar de Dios en favor de los que no son vistos en nuestra sociedad. Dios te ve y te llama hacia él.
Jesús demuestra el obrar de Dios en favor de los no son vistos en nuestra sociedad. Dios te ve y te llama hacia él.
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Pero este gesto de Jesús hacia los más pequeños también lleva un mensaje a aquellos que han caminado con Jesús por años, creyendo que tienen el poder de elegir quién se le acerca y quién no, quién es digno de la bendición y quién no. Los vulnerables son exaltados y los discípulos avergonzados.
El acceso a Jesús no lo determinan las jerarquías eclesiales o la tradición; tampoco lo determinan los años que hayamos caminado con Jesús siendo sus discípulos. El acceso a Jesús, quién es en sí mismo Reino de Dios en medio nuestro, está siempre abierto para aquellos y aquellas con un corazón vulnerable, inocente y siempre joven para dejarse formar en las manos del Padre.
El acceso a Jesús está siempre abierto para aquellos y aquellas con un corazón vulnerable, inocente y siempre joven para dejarse formar en las manos del Padre.
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Preguntas para cultivar la palabra:
¿Con cuál grupo de los representados en esta historia te identificas y por qué?
¿Qué podemos hacer para atraer a los más vulnerables hacia Jesús?
¿Cómo podemos mantener nuestro corazón como el de los niños, para poder entrar al Reino de los Cielos?
Oremos: Señor, hoy te pido perdón por las ocasiones en las que he sido obstáculo para que las personas que te buscan lleguen a tí. Te pido que nos permitas ser como aquellos padres y madres que buscaron la manera de acercar sus hijos a tu presencia para que recibieran tu bendición. Pero también cambia mi corazón por uno vulnerable e inocente para que pueda moldearse en tus manos.
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*Colaboración para Momento Sagrado.

¡Gracias por su vista!