Hay eventos en la vida que nos mueven con fuerza y parecería que tienen el poder para destruirnos y quitarnos la fe y la esperanza. Sin embargo, sin saberlo, contamos con la intervención de alguien muy especial para fortalecernos en medio de la sacudida.
Dijo también el Señor: —Simón, Simón, mira que Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como si fueran trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes. Lucas 22:31-32
Aunque creas que el propósito de ” sacudir” es destruirte, el efecto para el creyente es totalmente opuesto:
- Sacar lo mejor de ti para tu propio bien y el de los demás: cuando se sacude la espiga de trigo el grano cae al suelo. Solo así se puede recoger, moler y convertir en harina para alimentarnos. Tu prueba o sufrimiento producirá lo necesario para alimentar y sostener tu vida y la de otros a tu lado.
- Mueve el corazón de Jesús a orar al Padre por ti: las sacudidas estremecedoras de la vida pueden debilitar nuestra fe y hasta alejarnos de Dios, como le sucedió al apostol Pedro. Por eso Jesús nos cubre con su oración en el momento en el que nosotros mismos no podemos.
Jesús sabe que en ocasiones la fuerza de los problemas y la crisis puede alejarnos de Dios. Pero eso no le causa sorpresa y tampoco nos juzga por ello. Por el contrario, ora por ti y por mi para que nuestra fe no falte. El está seguro de que regresaremos a él y cuando eso ocurra ayudemos a otros a permanecer firmes.
Jesús sabe que tus propias fuerzas no siempre son suficientes, por eso intercede por ti.
Recibe esa palabra de confianza para que tu regreso a los brazos del Padre sea pronto. ¡El te espera!

Amen