Cuantas veces no nos hemos preguntado ¿Cómo lograré llevar a cabo esta encomienda o esta misión?
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
Lucas 1:26-35
El anuncio del ángel a María arranca de ella una expresión muy común cuando estamos ante eventos inesperados o encomiendas que parecen exceder nuestros recursos “¿Cómo puede ser eso?” Sin embargo, la respuesta del mensajero posee la clave para lanzarnos con confianza a lo desconocido: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.”
La garantía del éxito de la ejecución de esta encomienda no está en los recursos personales y humanos de la joven María, está en la presencia del Espíritu Santo y su poder manifestado en ella una vez esta aceptó su llamado.
Así nos sucede a nosotros vez tras vez. La vida nos coloca en encrucijadas que nos producen temor e inseguridad. Hasta la alegría que debe brotar de esta nueva oportunidad o encomienda se ve opacada por el temor o las dudas.
Sin embargo, este proyecto de Dios engendrado en María nos enseña que la alegría verdadera en el ser humano proviene de saberse mirado, elegido y acompañado por Dios: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.
La compañía del Señor es la certeza que echa fuera todos los temores.
El proyecto que María emprendería visitada, empoderada y acompañada del Espíritu Santo fracasaría en la cruz. Lo que nos enseña que no todos los proyectos que emprendemos validados y respaldamos por Dios, tendrán el desarrollo y el fin que esperamos. Porque el éxito en el Reino de Dios, no se conforma a los criterios de este mundo.
María y los seguidores de Jesús tuvieron que ver el proyecto de Jesús fracasar para aprender que en el Reino de Dios las victorias se encuentran en el misterio de la fe. Los fracasos y las pérdidas humanas no son el punto final de nuestra historia. En Dios pueden representar apenas el comienzo.
“No temas, [hermano y hermana], porque Dios te ha favorecido.”
Oremos:
Señor, frente a los imponderables de la vida, cuando el temor, la impotencia o el fracaso nos amenazan, te pedimos que restaures nuestra alegría con la visitación de tu Espíritu. Para que renovados en esa unción podamos caminar firmes en el misterio de la fe hasta alcanzar la victoria en Cristo Jesús.
* Publicado en Momento Sagrado de la Universidad del Sagrado Corazón, 25 de marzo de 2021.
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