Vivimos en una época de ruidos; sonidos ambientales, sonidos del teléfono móvil que en todo tiempo nos envía notificaciones y las voces de la gente a nuestro alrededor y hasta en las redes sociales y el internet.
Pero ruido no es lo mismo que contenido. Tenemos que vivir constantemente discriminando entre el ruido y lo que puede tener un contenido valioso. Por eso en este texto Dios nos da una señal de alto cuando lo que necesitamos saber es algo importante: escucha.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de los mandamientos?».
Marcos 12:28b-34
Jesús respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento más grande que estos”.
El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”.
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Para saber qué es lo más importante para nuestra vida tenemos que escuchar la voz de Jesús; porque la voz de Jesús ilumina nuestro entendimiento. Esa voz nos recuerda que lo más importante para la vida del ser humano es amar a Dios; y ese amor Jesús lo iguala con el amor al prójimo y el amor a uno mismo. Un amor en el que se manifiesta la economía relacional trinitaria y cruciforme de Dios: Dios-nosotros-yo.
Al escuchar a Jesús, también aprendemos que se ama con el corazón y las emociones; pero también se ama con inteligencia y con pasión. Ese amor trino es el que transforma la ley, la obediencia y el compromiso en una fiesta voluntaria de encuentro y de entrega que se vive con gozo.
Al escuchar a Jesús comprendemos que el amor a Dios y al prójimo sustituye el sacrificio. Dios no se agrada en nosotros y nos perdona por los sacrificios que hacemos. Dios se siente amado por nosotros en la medida de nuestro amor a los seres humanos.
¿Cómo puedes saber cuánto amas a Dios? La medida de tu amor al otro y a ti mismo es la medida de tu amor a Dios.
Si vivimos con intensidad y amor al prójimo,
P. Wilton Sánchez
entonces también nosotros estamos cerca del Reino de Dios.
Oremos: Señor, enséñanos a amar de corazón, con inteligencia y pasión, para que nuestras relaciones sean una ofrenda de adoración a ti. Enséñanos a distinguir tu voz entre los ruidos y distracciones de este mundo para poder seguirte y obedecerte con gozo.
*Publicado en Momento Sagrado de la universidad del Sagrado Corazón, 12 de marzo de 2021.
¡Gracias por su vista!