Los seres humanos en ocasiones pedimos sin saber; y lo que es peor aun, tenemos un sentido falso de autosuficiencia que nos impide reconocer nuestras limitaciones. Nos embarcamos en tareas para las que no estamos preparados y por eso la frustración y muchas veces el fracaso, de lo que conducido a su debido tiempo, pudo haber sido un gran proyecto.
El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos.
el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
Mateo 20:21-22, 27
¿Cuántas veces nos hemos dirigido al Señor dándole órdenes, como la madre de Juan y Santiago? Como diría Jesús: Sin saber lo que estamos pidiendo. Lo hacemos tratando de aferrarnos a textos bíblicos, a promesas de bendición de Dios, pero la mayor parte de las ocaciones lo hacemos porque esperamos es lo que queremos o creemos que es mejor para nosotros. “Y, cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.” Santiago 4:3
Pedir a Dios requiere tener la humildad para aceptar su voluntad,
sea cual sea.
La respuesta de Dios a nuestra petición siempre va a estar condicionada por el plan amplio de Dios para nosotros y la humanidad. Mi bien es parte del bien mayor; el de mis hijos, mi familia, mis seres queridos, mis compañeros de trabajo, y hasta de las personas con los que no me llevo bien pero que son tan importantes para Dios, como lo eres tú y como lo soy yo.
Una madre que quiere lo mejor para sus hijos también estuvo cegada por su amor y por su interés. Sin saber lo que decía y las implicaciones de lo que estaba pidiendo. De los dos hermanos, Juan acompañó a Jesús hasta el fin, pero Santiago no pudo. Sin embargo, eso no limitó que a su tiempo, cuando estuviera listo y más maduro en la fe, Santiago regresaría al grupo de los discípulos, vería a Jesús resucitado y recibiría el bautismo del Espíritu. ¡Todo a su debido tiempo!
Obtener un lugar en el proyecto de Dios no depende de nuestras obras, ni de qué apellido llevas o quién te recomienda; depende de la humildad que motiva nuestras acciones y la confianza en la voluntad de Dios, quien nos conoce y sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros.
¡Gracias por su vista!