No se llega a ningún lugar si se conduce solo mirando por el espejo retrovisor. A veces vivimos la vida mirando y añorando lo que hemos dejado atrás. Esa actitud nos impide disfrutar el viaje, y mirar hacía la meta. La relación con Dios es un viaje en el que el pasado ha quedado atrás y se visita solo para aprender de el. Lo que importa de aquí en adelante es recorrer con Dios el resto de nuestra vida al servicio del evangelio.
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Iban por el camino cuando alguien le dijo:
Lucas 9:57-62
—Te seguiré a dondequiera que vayas.
—Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
A otro le dijo:
—Sígueme.
—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
—Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.
Otro afirmó:
—Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.
Jesús le respondió:
—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
El encuentro con Jesús es una experiencia tan poderosa que nos llama a seguirle. La mayoría de las personas que se han dado la oportunidad de escuchar la voz de Jesús en los evangelios, han sentido el irresistible deseo de seguirle. Pero mientras siguen mirando por el espejo retrovisor a su vida pasada, los apegos del mundo no les permiten enfocarse en su relación con Dios y lo que está de frente.
Dos cosas son importantes al seguir a Jesús. Comprender que la vida del Reino es una vida de dependencia en Dios. Nada en el mundo nos pertenece, mientras que a su vez lo tenemos todo a nuestra disposición porque Dios es el dueño. Segundo, aun los más importantes afectos de este mundo, como es la familia, están sujetos al amor a Dios.
El problema no está en amar y respetar nuestra familia, eso es indiscutible. En este texto la familia es metáfora de lo que dejamos atrás y de cómo utilizamos nuestro pasado para no comprometernos a un cambio de vida radical.
Seguir a Jesús es un nuevo comienzo que requiere la valentía de perdonarnos a nosotros mismos de los errores del pasado y de la fuerza para despegarnos de aquello que nos retiene y esclaviza. Seguir a Jesús es hacernos vulnerables y dependientes de el, y tener la fe de que el suplirá todas nuestras necesidades.
Mira el retrovisor solo para recordar de donde te ha sacado Dios y no volver atrás. Mira hacía adelante, disfruta el camino con el mejor compañero de viaje, Jesús. Confía que el te conducirá a lo mejor que jamás hayas soñado.
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