Siendo muy joven me encontré con el texto que corresponde a nuestra reflexión de hoy. Recuerdo que lo adopté como uno de mis motivos favoritos de oración. También reconozco que es uno de esos textos escondidos, que no mucha gente escoge, ni para estudiar, ni para predicar, ni para orar. una pregunta prudente sería ¿por qué no nos llama la atención? ¿Será que de alguna manera retrata lo que hay en el corazón de todo ser humano y nos da temor admitir?
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Dos cosas te he demandado;
Proverbios 30:7-9
No me las niegues antes que muera:
Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi Dios.
Una de las cosas que más me llaman la atención de este texto es cómo el autor le pide con énfasis al Señor que le provea lo necesario, ni más ni menos. Tendemos a pedir abundancia, prosperidad económica y hasta riquezas. Otros se van al extremo, y piensan que una vida de santidad es pasar necesidad, vivir en la pobreza extrema. Sin embargo la petición enfática y casi desesperada del escritor es, “ni me hagas rico, ni me hagas pobre, dame lo suficiente.”
¿Por qué este énfasis del hombre de Dios? sobre todo en una cultura donde la abundancia representaba la bendición de Dios. La respuesta está en la explicación que el mismo le da a Dios. “No me des de más, no sea que te niegue y diga “quién es Jehová”. Pero tampoco me des de menos no sea que siendo pobre termine robando para poder vivir y termine ofendiendo tu divino nombre.”
A los seres humanos se nos hace muy difícil la mesura, contenernos, ser agradecidos con lo suficiente. Vemos lo que el otro tiene y lo queremos. Cuando tenemos de más y la vida parece sonreírnos, nos olvidamos de Dios. Parecería que nunca es suficiente. Vivimos la cultura de lo insuficiente, mientras más tengo más quiero; y la pobreza justifica cualquier acción. Porque parecería que robar al que tiene de más, no es robo, es hacer justicia.
Creo que no se trata de desarrollar toda una teoría o teología alrededor del capitalismo, por ejemplo. Creo que se trata de mirar nuestro interior y reconocer nuestros puntos débiles. La promesa del Reino es “lo suficiente”, porque con lo suficiente no tengo por qué negarte ni olvidarte, Señor. Porque con lo suficiente voy a respetar lo que tiene mi prójimo y no voy a privar a otros teniendo más de lo que necesito.
Cuando aprendí de joven este texto me dio mucho temor; temor de lo que podría ser yo capaz. Me mostró que todo ser humano, aun yo, podemos ser capaces, tanto de robar como de olvidarnos de Dios. Tal vez una gran lección de la pandemia y la cuarentena es que no nos hace falta ir a los centros comerciales todas las semanas, lo que más falta nos hace somos los unos a los otros; y tener “lo suficiente” para que todos estemos bien y podamos juntos y juntas dar gracias a Dios por la vida, la salud y el bienestar.
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