¡Alégrate! Así comienza el Salmo que será nuestra lectura de hoy. El Salmo 128 es un cántico de bendición que involucra la familia completa; el padre en el trabajo, la madre en la intimidad del hogar y los hijos en la mesa. Aquí lo importante no es destacar el modelo patriarcal de la estructura familiar. Eso es un asunto cultural. Lo que el salmista desea destacar son los motivos de felicidad para el hombre y la mujer que honran al Señor.
“Feliz (bienaventurado) tú, que horas al Señor y le eres obediente. Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y te irá bien.
¡Que el Señor te bendiga desde el monte Sión!
Salmo 128:1-2, 5-6
¡Que veas el bienestar de Jerusalén todos los días de tu vida!
¡Que llegues a ver a tus nietos!
¡Que haya paz en Israel!”
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¡Que mejor manera para enfrentarnos al día, que hacerlo con una palabra de ánimo y de bendición de parte de Dios! El Salmo comienza diciendo que hay una promesa de felicidad y una bendición especial para aquellos que realizan trabajo honrado, que actúan conforme a la voluntad de Dios; y que ese modo de actuar, esa manera de ser y de vivir, la enseñan y la extienden a sus hijos e hijas.
Los afanes de la vida, las enfermedades, los problemas, y a veces hasta las voces de la gente no contribuyen a que emprendamos en día con entusiasmo. Estamos más acostumbrados a escuchar lo negativo que lo positivo. Así que hoy Dios quiere que comencemos nuestro día de forma distinta. Pero también desea que al sentarte a la mesa cuando llegues del trabajo, lo hagas dejando a un lado todas las dificultades y los esfuerzos pasados, para que puedas mirar el fruto de tu trabajo y sentirte feliz.
Hay felicidad y bienestar para ti y para tu familia. Hay también una bendición para ti y un anhelo que nace de Dios mismo, para que llegues a ver a tus nietos. En otras palabras, un anhelo de Dios para que tengas una larga vida.
¿Cómo podemos hacer realidad en nuestra vida este anhelo de Dios de que seamos felices?
- Honremos al Señor con una vida que obra rectamente y ama la justicia.
- Veamos nuestro trabajo, sea cual sea, como una bendición de Dios.
- Sentémonos a la mesa dejando a un lado lo negativo y admiremos lo que tenemos, con gratitud, sea mucho o poco.
¡Disfruta la vida, disfruta lo que Dios te ha dado! Lo que tenemos, sea mucho o poco, lo disfrutamos cuando podemos dar gracias a Dios por ello. La gente no disfruta lo que tiene cuando se pasa mirando y pensando en cuanto no tiene.
¡Vive el momento! Disfruta tu trabajo, tu familia y tu relación con Dios, y “serás feliz y todo te irá bien”.
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