PALABRA DIARIA | A PESAR DE TODO ES TIEMPO DE CANTAR

Amanecemos pensando en el futuro. ¿Qué será de nosotros?

Los salmistas y los profetas también miraban hacia el futuro y a veces se entremezclaban sus propios anhelos con la palabra profética. Ese parece ser el caso de un salmo dentro del libro de Isaías, del que vamos a hablar hoy.

En aquel día tú dirás:
«Señor, yo te alabaré aunque te hayas enojado conmigo.
Tu ira se ha calmado, y me has dado consuelo.
¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré.
El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción;
¡él es mi salvación!»

Isaías 12:1-2

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Nosotros también en nuestra realidad actual miramos hacia el futuro y esperamos el día en el que podamos decir como el profeta “en ese día diremos…”  ¿Qué diremos?

El profeta mira al futuro y entre anhelo y profecía, sabe que llegará el día en el que podamos decir “Dios nos ha consolado“. Que a pesar de todas las dificultades, y aun de pensar que Dios pudiera estar enojado con nosotros, comoquiera existirá en la boca de su pueblo un cántico de alabanza hacia el Señor. ¡Eso no es fácil! Cantar y alabar a Dios en medio de la dificultad no es fácil.

El profeta necesita darnos la certeza de que nuestra suerte cambiará y que sepamos que Dios nos salvará. Porque si no escuchamos esas palabras de afirmación de presencia de Dios, podemos sumirnos en un pesimismo terrible; que nos haga sucumbir. Ese pueblo, para cruzar el desierto y regresar del cautiverio, necesitaba escuchar que Dios sería su fuerza de salvación y que pondría en sus labios una nueva canción.

Hoy nosotros somos también ese pueblo. Tenemos un desierto que cruzar. Algunos hasta piensan como los Israelitas, que Dios ha estado enojado con nosotros, que todo esto que nos está pasando es un castigo. Sin embargo el profeta que se ha convertido en salmista para darnos ánimo dentro de la experiencia de adoración, nos dice: “no piensen así, el Señor no tiene coraje, si alguna vez lo tuvo ya no; por el contrario, el Señor nos viene a consolar en medio de nuestros desiertos“. Por eso podemos decir hoy, frente a la adversidad “no temeré, porque el Señor renueva mis fuerzas y pone en mi boca, una nueva canción.

¡Canta! y si las fuerzas no te dan, si el pesimismo te quiere dominar, pídele a Dios un cántico nuevo. Un cántico que nazca de la confianza en lo que el puede hacer por ti; un cántico que disipe tus temores y haga nacer en ti una nueva fuerza para atravesar estos tiempos difíciles.

¡A pesar de todo, es tiempo de cantar!

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