Cuando jóvenes vemos la vida como eterna; parecería que la energía y vitalidad van a durar para siempre. Sin embargo cuando pasan varias décadas miramos atrás y nos damos cuenta de que la vida se ha ido en un suspiro.
Por eso el salmista dice “La vida del hombre es como la hierba; brota como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir, y nadie vuelve a saber de ella.” (Sal 103:15-16)
Ciertamente como una sombra es el ser humano; Ciertamente en vano se angustia; Amontonando riquezas que no sabe para quién serán. Y ahora, Señor, ¿qué puedo esperar? ¡Mi esperanza está en ti! (Salmo 39:6-7)
Nuestras angustias también serán pasajeras. En el momento parece imposible pero con el tiempo nos damos cuenta de que todo pasa. Muchos vivimos para trabajar y procurarnos seguridad futura acumulando bienes. Otros, por el contrario, trabajamos para el momento presente sin visión de futuro.
Sin embargo, tanto jóvenes como viejos, llegaremos a preguntarnos en algún momento ¿y ahora qué?
Cuando el salmista se da cuenta de que pasó su tiempo angustiado en lugar de disfrutar de la vida, que pasó su tiempo trabajando para acumular bienes y ahora parecería que no tiene con quien compartirlos, es cuando se da cuenta que creer en Dios añade una nueva dimensión a su vida.
En Dios está la esperanza para que nuestra vida tenga sentido.
Con el salmista aprendemos,
- la brevedad de la vida: por eso debemos vivir con propósito
- ningún problema dura todo la vida: por eso debemos vivir confiados
- cuando parece que no hay salida: Dios es tu esperanza
¡Gracias por su vista!