Por: Rvdo. Gerson Serrano, Capellán Cedin Superior, UIPR*
La cuaresma es un tiempo de preparación espiritual para el encuentro con el más grande acto de amor divino; la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección. Es tiempo para reflexionar, fortalecer la fe y renovar nuestro compromiso de seguir a Jesús. Es tiempo de caminar los cuarenta días con Jesús poniendo orden a nuestras vidas. Abrir nuestro espíritu delante de nuestro creador para que nos repare y reconstruya con un espíritu nuevo.
Aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Marcos 1:9-15
Y en seguida, mientras subía del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu descendía sobre él como paloma.
Y vino una voz desde el cielo: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.
En seguida el Espíritu lo impulsó al desierto, 13 y estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba con las fieras y los ángeles le servían.
Después que Juan fue encarcelado, Jesús se fue a Galilea predicando el evangelio de Dios,
y diciendo: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse y crean en el evangelio!”.
Dios ha sido fiel en su pacto, pero tú y yo necesitamos renovar nuestro compromiso. Renovar nuestro entendimiento y nuestra fe, para caminar más en su voluntad, comprender sus propósitos y responder a su llamado. Para ser reconciliadores en el mundo y reflejar la bondad de nuestro Creador en todas nuestras relaciones humanas y con la creación.
Las transiciones en este evangelio son muy rápidas. En los pocos versos que hemos leído Jesús pasa muy rápidamente de ser confirmado en su bautismo, a ser tentado en el desierto y a comenzar su ministerio. Luego de estar por cuarenta días en el desierto Jesús comienza su predicación; anunciando el tiempo cumplido, el reino acercado y llamando al arrepentimiento y creer en el evangelio.
Durante la cuaresma tenemos la oportunidad de responder al llamado que Jesús nos hace al arrepentimiento. Reconocemos nuestra debilidad y nuestro mal proceder. El arrepentimiento es una transformación de nuestra conciencia, es un cambio de actitud. Es detenernos, pensar, recapacitar, y tomar nuevas y mejores decisiones que ahora son informadas por el Espíritu de Dios. Mediante el arrepentimiento respondemos en humildad a la misericordia de Dios y nos colocamos en el lugar correcto para poder mirar al misterio salvífico de la muerte de Jesús en la Cruz.
Junto con el llamado al arrepentimiento Jesús también nos llama a creer en el evangelio; creer en la buena noticia. La buena noticia de que Dios es fiel y se ha acordado de su pueblo y que les levanta a una nueva vida y un mejor tiempo. Esta buena noticia acerca del favor de Dios hacia la humanidad, el amor redentor de Dios presente en el mundo; encarnado en Jesús. La buena noticia en el tiempo histórico de Jesús vino acompañada de señales: Jesús tocó las vidas con su compasión, sanando, liberando, afirmando la vida donde había muerte. Con cada señal llegaba una confesión de fe y una vida que quería seguir los pasos de Jesús.
Ahora nos corresponde compartir el evangelio en nuestro tiempo. Por lo que la cuaresma también nos permite un espacio de preparación comunitaria, fortalecimiento y búsqueda de dirección para saber cómo compartir la buena noticia hoy. Tener nuestros sentidos abiertos a la escucha de las suplicas y sufrimientos de nuestro prójimo, para así poder responder en el nombre de Jesús. Es tiempo de prepararnos, caminar estos cuarenta días junto a Jesús, afirmar nuestra fe creyendo en él y unirnos en su llamado al arrepentimiento y en el anuncio de la Buena Noticia. Que así nos ayude Dios. Amén.
*Agradecemos a los que contribuyen con reflexiones para hacer posible esta Palabra Diaria