Por: Rvdo. Gerson Serrano
Hoy Jesús inicia su ministerio en clave de pedagogía, tema que me apasiona. Cuando enseño mi curso de Introducción a la Fe Cristiana, y llego a la unidad de Jesús de Nazaret, asigno a mis estudiantes una reflexión en la que deben contestar quién es Jesús para ellos. Dentro de las afirmaciones posibles están: un maestro, un profeta, un importante hombre de la historia, el Salvador (Mesías), Dios.
Cuando llegó el día de descanso, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa. De pronto, un hombre en la sinagoga, que estaba poseído por un espíritu maligno, gritó: «¿Por qué te entrometes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres: el Santo de Dios!». Pero Jesús lo reprendió: «¡Cállate!—le ordenó—. ¡Sal de este hombre!». En ese mismo momento, el espíritu maligno soltó un alarido, le causó convulsiones al hombre y luego salió de él. El asombro se apoderó de la gente, y todos comenzaron a hablar de lo que había ocurrido. «¿Qué clase de enseñanza nueva es esta?—se preguntaban con emoción—. ¡Tiene tanta autoridad! ¡Hasta los espíritus malignos obedecen sus órdenes!».
Marcos 1:21-28
Cuando Jesús comienza a desempeñar su ministerio públicamente decide hacerlo enseñando en la sinagoga en el día de descanso. En ese espacio y en esa tarea comienza a darse un gran contraste. Los maestros de la ley judía eran personas importantes en aquella sociedad, con poder y autoridad. Sin embargo, la enseñanza que Jesús trajo no se parece a la que acostumbraban allí. La enseñanza de Jesús resultó ser innovadora, atrevida (por reinterpretar la ley) y llena de autoridad. Y de repente la gente se asombró y se preguntaron ¿Qué clase de enseñanza nueva es esta?
La enseñanza de Jesús es esa que no se queda en la teoría, que trasciende e impacta la vida.
RVDO. GERSON SERRANO
Jesús se muestra consciente y en dominio de su entorno. Nada le toma por sorpresa, ni un hombre poseído (con espíritus impuros). Ante la situación, Jesús responde con claridad, firmeza y determinación. La autoridad demostrada por Jesús al liberar a aquel hombre deja a todos asombrados.
Jesús despide, echa afuera aquella manifestación que violentaba al ser humano y violentaba la pureza del espacio sagrado. Su palabra es suficiente para liberar, no solo al individuo, a la comunidad afectada por él. Nuestra sociedad también parece estar “poseída” por la violencia en todas sus formas. Violencia que atrapa y destruye al agresor y lastima a todos los que le rodean. Lo que nos conduce a afirmar que necesitamos de la enseñanza, compasión y libertad que Cristo puede dar.
Las enseñanzas son abiertas y están accesibles y nos muestran el camino de la justicia verdadera, aquella que alcanza a todos y a todas. Jesús declara sagrado, no solo el templo y la sinagoga, sino el cuerpo y la vida de los seres humanos, dándonos libertad y pastoreándonos, aliviando el dolor.
Cada día nos asombramos y volvemos a decir como aquellos ¿Qué clase de enseñanza y qué clase de maestro es Jesús? La respuesta es sencilla:
Jesús es el maestro que necesitábamos, la enseñanza que anhelamos. Este maestro de verdad es a quien debemos creer y seguir.
*Agradecemos a los que contribuyen con reflexiones para hacer posible esta Palabra Diaria