No siempre dejar de trabajar significa descanso. El cuerpo puede estar descansado pero el alma agotada. La fórmula de Jesús para combatir nuestro cansancio puede parecer extraña o absurda para muchos. No se trata de trabajar menos y tener más ratos de ocio. Requiere aprendizaje y un cambio en nuestra manera de ser. ¿Estaremos dispuestos?
Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso.
Mateo 11:28-29
Muchas actitudes y comportamientos que asumimos ante la vida pueden resultar en un estado emocional muy desgastante. Jesús nos invita a reflexionar y mirarnos bien adentro. A veces nos quedamos en lo superficial; trabajo mucho, tengo mucho que hacer en la casa. Y lo dejamos ahí, como si el único motivo de nuestro cansancio fuesen factores externos.
Pero Jesús nos rompe los esquemas y nos invita a aprender del él. El problema de muchos de nosotros es que no tenemos mucha voluntad para aprender; y para aprender a ser pacientes y humildes hay que reconocer primero que no lo somos. Y que precisamente esas actitudes nos provocan desgaste y cansancio.
Basicamente porque la falta de humildad y paciencia nos hace estar en contienda con todo el mundo, todo el tiempo. Y ese tipo de batalla emocional constante nos agota hasta lo sumo, sin contar el daño que hacemos a los demás. Por eso ese cansancio no se quita con dejar de trabajar o irnos en un crucero.
Ahora nos queda el enorme reto de sentarnos a los pies del maestro y dejarnos corregir. Pero si eso es lo que se necesita para obtener descanso permanente ¿no crees que vale la pena?
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