PALABRA DIARIA | LA MANO DE DIOS ESTA SOBRE TI

¿Quién es la persona que mejor te conoce? Aun para las personas que más nos conocen hay áreas de nuestra vida que permanecen escondidas. Ni nosotros mismos sabemos cómo vamos a reaccionar en ciertas instancias.

Son precisamente esas áreas desconocidas para nosotros, o que no queremos dar a conocer, las que no están ocultas de Dios. Pero eso no le hace alejarse de nosotros. Por el contrario, él conoce lo que piensas y lo que haces y aun así su mano está sobre ti.

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Señor, tú me has examinado y me conoces;
tú conoces todas mis acciones;
aun de lejos te das cuenta de lo que pienso.
Sabes todas mis andanzas,
¡sabes todo lo que hago!
aún no tengo la palabra en la lengua,
y tú, Señor, ya la conoces.
Por todos lados me has rodeado;
tienes puesta tu mano sobre mí.
Salmo 139:1-5

El salmista reconoce y a la misma vez se hace vulnerable a la capacidad y el deseo de Dios de estar pendiente de nosotros. Pero más importante aun, el salmista sabe que aunque no tengamos ánimo para hablar con Dios; Dios conoce lo que pensamos, lo que necesitamos y lo que quiseramos decirle.

En muchas ocasiones reprimimos el coraje y la duda, pero eso no quiere decir que no lo sintamos o lo pensemos. Lo bello de este salmo es que nos hace concientes de esa presencia permanente e incondicional de Dios. Nos hace concientes de que Dios está pendiente de nosotros, al punto de que no nos escapamos de su radar. Tanto nuestras andanzas como nuestros pensamientos le son conocidos.

Pero lo más impresionante para mi es saber que ese conocimiento Dios no lo usa para alejarse de nosotros si pensamos o hacemos algo que a el no le agrada. Aun a pesar de ese conociento la misericordia y el amor de Dios nos rodea y su mano está siempre puesta sobre nosotros.

Saber que su mano está sobre nosotros debe ser para ti y para mi motivo de gozo y paz. Su mano representa apoyo, fortaleza, compañía y guianza. Su mano sobre nosotros nos recuerda cuando nuestros padres y madres posaban sus manos sobre nosotros a manera de decirnos: “todo estará bien, yo estoy contigo”.

Que puedas sentir la misma confianza del salmista, de que el Señor te conoce y aun así te ama; y de que su mano nunca se aparta de ti, sin importar donde estés, lo que piensés o lo que hagas.