¿Recuerdas cuando eras niño o niña y tu papá o mamá te llamaban y te acurrucaban en su regazo? Cuando los discípulos le preguntan a Jesús quién es el mas importante en el Reino de Dios, el llamó a un niño y lo puso en el medio del grupo y les dijo:
“El más importante en el reino de los cielos es el que se humilla y se vuelve como este niño. Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí.“. Mateo 18:4-5
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¡Qué experiencia tan grande debió haber sido para ese niño que Jesús lo viera, lo llamara y lo pusiera en un lugar de privilegio entre los adultos! Los niños en la antigüedad era los siervos de la casa. Y como hoy día, los niños y las niñas son vulnerables, frágiles y entre los temas de adultos no ocupan el lugar más importante. Jesús nos da un mensaje importante. No solo necesitamos tener la humildad y el corazón puro de los niños para entrar al Reino de Dios; sino que tu que eres frágil, que eres vulnerable, que te sientes invisibilizado por los demás, eres llamado por Dios, eres colocado en un lugar de privilegio frente a los demás y además te ofrece el lugar mas importante en la casa del Padre.
La invitación de Jesús es la invitación del Padre, el abrazo de Jesús es el abrazo del Padre, y el reconocimiento de Jesús es el reconocimiento del Padre. Mirar esa escena y colocarnos en el lugar del niño, es también recordar, lo importante y felices que nos hacia sentir el reconocimiento y el amor de nuestros propios padres y madres.
El mensaje para nuestra vida hoy a través de este texto, no solo es un llamado a la humildad, sino un llamado a los vulnerables, frágiles y pequeños a acercarse a Jesús para que sea el quien nos fortalezca, nos provea, nos reconozca cuando hemos sido rechazados, y nos de un lugar de honor junto a el.
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