Una de las cosas que agradezco a la cuarentena es que a pesar del mucho trabajo, he podido hacer la distinción entre mucho trabajar o afanarme demasiado. A veces es inevitable trabajar mucho. Pero lo que no es negociable, es que el afán por las cosas pasajeras ahogue la Palabra de Dios entre las preocupaciones de la vida y pierda su efecto en nosotros.
“La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los afanes de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos.” Mateo 13:22
Según el texto los espinos son los afanes de la vida y las muchas preocupaciones. Yo no heredé la buena mano para la siembra que tenia mi madre. Pero no hace falta tener un gran conocimiento del tema para saber que una buena semilla se ahoga donde hay mucha mala hierba y espinos. Es necesario que desyerbemos el terreno en el que vamos a sembrar. Es necesario preparar la tierra en la que va a caer la palabra de Dios. Y el terreno al que se refiere el texto bíblico es nuestro corazón. Si en nuestro corazón, los afanes de la vida, el trabajo, el dinero, los bienes materiales y las preocupaciones, tienen el primer lugar, la Palabra de Dios caerá en ese enjambre y se ahogará.
En este mundo tan convulso, tan competitivo, y tan materialista, ciertamente, las preocupaciones y los afanes por lo material son difíciles de arrancar. Pero en el día de hoy, yo te exhorto, a que te des la oportunidad; a que limpies aunque sea un pedacito de terreno en tu corazón, y veas cómo la Palabra que cae y encuentra terreno fértil, crece y puede cambiar tu vida. No es fácil desyerbar, no es fácil cambiar las conductas de años, acallar las voces de las preocupaciones y los afanes. Pero yo te garantizo, que la intencionalidad, la constancia y el esfuerzo pueden hacer que tu vida cambie, dando paso a que aprendas a gustar de los frutos que la Palabra de Dios va a traer a tu vida.
No te pongas metas grandes, inalcanzables. Piensa que dar paso a que la Palabra de Dios de frutos en tu vida es como comenzar una rutina de ejercicios, al principio cansa, duele y no se ve la diferencia. Pero lo que nos dicen los expertos es que con solo caminar 20 minutos al día podemos hacer la diferencia en nuestra salud.
Pues yo te lanzo hoy un reto, con solo hacer un alto en el desenfreno de tu vida y leer un salmo diario en la mañana y un capítulo de los evangelios antes de acostarte, y dejar que esa palabra se asiente en tu mente y descienda a corazón por unos minutos, en solo días veraz como las cosas que te preocupan ya no son montañas tan grandes, ni situaciones invencibles.
¿Te atreves?
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