Hace unos años visité junto a Silverio Pérez el programa
de radio de Luis Pabón Roca un Domingo de Ramos. El propósito de esa visita era promocionar
nuestros libros “Espiritualidad a través del Desierto” y “Buenas Palabras”. No
puedo recordar cómo llegamos a la pregunta de si Jesús era una figura política
o no, pero está demás decir que en un programa de Pabón Roca, todo gira
alrededor de la política. Mi respuesta no se hizo esperar: “no se, y pienso que
sería muy pretensioso de mi parte responder categóricamente, ya sea afirmativa
o negativamente”. Sin embargo, lo que esa pregunta generó fue una reflexión
sobre los hechos de Jesús durante su última semana. Ese domingo recordábamos los hechos de hacía dos mil años en Jerusalén, cuando daba comienzo
la Pascua judía. En ese entonces entraron a Jerusalén dos caravanas, la del
procurador Romano Poncio Pilato, probablemente por la puerta cercana a la Torre
Antonia, y la de Jesús por la puerta cercana al Templo. A uno se le celebraba
diciendo: “¡Hosana! Bendito el que viene en el nombre del Señor” y al otro
probablemente ¡Hail Cesar!. La procesión de Jesús proclamaba el Reino
de Dios y su justicia y la de Pilato el reino imperial y sus poderes de
opresión política, económica y religiosa.
Durante sus años de vida pública Jesús desafió las leyes
que oprimían al pobre porque entre la ley y la religión no había distinción. Nunca
se le preguntó cual era su política pública sobre el aborto, sobre el
matrimonio entre personas del mismo sexo o sobre la pena de muerte, pero sus
respuestas a lo que eran las preocupaciones de aquel siglo siempre radicaban en
remover los estigmas sociales de opresión entre los seres humanos y restaurarlos
a la vida en comunidad con dignidad e igualdad de condiciones. Siempre se
acercó a los marginados, los que no tenían voz, las acusadas de prostitución y
adulterio, aquellos y aquellas víctimas de difamación, de injusticia e
incomprensión quienes eran condenados como pecadores y empujados a los márgenes
de la sociedad.
Jesús nunca se postuló para gobernador o para senador, pero
sí desafió a los políticos y a los líderes religiosos que se asociaban para perpetuar el abuso y la discriminación. Jesús sí habló de un Reino y desafió a Pilato cuando ante su pregunta: “¿Eres tu el rey de los judíos?” contestó: “Tú lo dices” Jesús nunca organizó un partido político pero encabezó
una marcha contra los poderes imperiales. Entró en un burrito, sin dinero ni
bienes materiales, pero rodeado de gente que buscaba una vida mejor, que a su
lado se sentían respetados, validados y tratados con justicia. Jesús impartía
esperanza pero a la misma vez la firmeza de sus posturas intimidaban a los
políticos y a los líderes religiosos aliados a los sistemas de opresión.
Si Jesús fue un político no lo se, pero lo que sí se es
que gracias a sus obras podemos celebrar que en muchos países como Puerto Rico
no se castiga apedreando hasta la muerte, podemos celebrar que los pobres
pueden tener voz y participación en las esferas de gobierno, que las mujeres
podemos aspirar a un lugar de igualdad en la iglesia y en la sociedad como lo
obtuvieron sus compañeras de ministerio y compañeras hasta la muerte. Aun no puedo
decir si fue un político, pero sí puedo decir que fue un libertador.
¿Y tú, a que caravana quieres unirte?
¡Gracias por su vista!