La culpa y la vergüenza pueden ser dos de nuestros mayores enemigos. La vergüenza a veces nos hace retraernos, escondernos, privarnos de relaciones y de oportunidades. Superar ambos sentimientos y el estado de deterioro e inmovilidad al que ellos nos pueden conducir, va a depender de nuestra manera de afrontarlos. Hay que ser valientes para aceptar nuestra culpa y superar nuestra vergüenza.
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Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Lucas 7:37-39
Cuántas mujeres no vivimos a la sombra, entrando por detrás, cabizbajas, cargando culpas y vergüenzas que nos impone la sociedad y a veces hasta la religión. Vergüenzas que tiene que ver con nuestro cuerpo, con nuestra familia, con nuestra raza, con nuestra tradición. De eso trata el relato. Pero la culpa y la vergüenza no es solo de mujeres. Son sentimientos que atañen a todo aquel que se siente pecador, y en la vergüenza manifiesta de alguna manera su arrepentimiento. Pero Jesús desea transformar nuestra vergüenza a través de su amor.
Para eso también Jesús tenía que desmontar los prejuicios de la gente. Lo que le preocupó a Jesús no fue la mujer, sino lo que había en el corazón de los hombres que la estaban viendo.
Acércate a Dios con sinceridad y humildad y el se encargará de los que te juzgan. Derrama tus lágrimas y tu perfume delante del Señor y el le contestará a tus acusadores “sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho” (vv 47). A los pies de Jesús, no hay una sola cosa que esté en tu mente y en tu corazón que no quede al descubierto. Pero no para que nos de miedo, sino para que por grande que sea nuestra angustia, nuestra culpa o vergüenza, encontremos restauración en el.
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