Parecería que en estos tiempos nos hemos acostumbrados a lo fácil, lo superficial, lo accesible. Sin embargo, los tesoros se encuentran en las profundidades. Mis padres me enseñaron que lo que no se gana con trabajo no se valora. Cuando adolescente no lo entendía. Pero los años le dieron la razón a mis padres. Y algunas bendiciones de Dios demandan de nosotros que rememos a aguas profundas.
“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.“
Lucas 5:4-6
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“Boga mar adentro”
Para obedecer el comando de Jesús de adentrarnos a aguas profundas, tenemos que tener fe en él. Pero también tenemos que tener la disposición para el esfuerzo. La mayoría de nosotros queremos las cosas de forma fácil. Los discípulos habían tratado de pescar toda la noche. Estaban cansados. Sin embargo, aun con el cansancio y la duda, decidieron remar mar adentro. Pedro fue sincero: “lo voy a hacer porque tú lo dices.” A veces no se necesita ni creer para recibir el milagro, solo obedecer.
Se que hay veces que estamos tan cansados de tratar que estamos a punto de tirar los guantes y de tirar la red. Pero puede ser que Dios te esté diciendo “esfuerzate un poquito más”, “profundiza más”. Eso es todo lo que hace falta para ver la cosecha, la pesca en abundancia, que bracees un poco mas. Saca tu cabeza del agua, respira, mira tu meta, que es Cristo, y profundiza. Profundiza en todo lo que haces, no te quedes en la orilla, no te conformes con lo poco, aspira a lo suficiente. Yo te garantizo, que verás la multitud de peces y te sorprenderás.
Dios desea lo mejor para ti pero para cosechar hay que sembrar, abonar y regar, por mucho tiempo, sin ver nada florecer. La buena pesca requiere profundidad. ¿Estás dispuesto?
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