A veces es tan difícil hacerse de la idea y hasta acostumbrarse a que el bien y el mal convivan juntos. La gente de iglesia quisiera poder crear un espacio de santidad, reservado, exclusivo, donde el pecado no se filtre, no dañe, no les contamine. Sin embargo las palabras de Jesús son duras, cuando nos plantea que tanto el trigo como la mala hierba se parecen y al tratar de arrancar uno podemos arrancar lo otro.
Por eso, Dios se reserva para sí mismo la misión de separar el trigo de la cizaña. Y es interesante, porque muchos creyentes, en virtud de reclamar esa santidad para la iglesia, asumen en sus propias manos el poder o la facultad de determinar quién es trigo y quién es cizaña.
“Mejor dejen que las dos plantas crezcan juntas. Cuando llegue el tiempo de la cosecha, podremos distinguir cuál es el trigo y cuál es la cizaña. Entonces enviaré a los trabajadores para que arranquen primero la cizaña, la amontonen y la quemen. Luego recogerán el trigo y lo llevarán a mi granero.” Mateo 13:30
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Incluso, más adelante dice “Cuando Dios juzgue a todos, será como cuando se arranca la mala hierba y se quema.” (vv40) Me parece como si Dios nos dijera: “No se te ocurra hacer juicio por ti mismo, eso me toca a mí.” Cuando tu pasas juicio sobre una persona, podría ser que comentas el error de quemar el trigo, en lugar de la mala hierba, porque Dios ve más de lo que ven ustedes, Dios ve el corazón.
¡Me consuela tanto pensar, que Dios se reserva para sí mismo el pasar juicio sobre los buenos y los malos! Los seres humanos hemos cometido tantos errores queriendo jugar a ser Dios. ¡Hemos quemado tanto trigo a través de la historia! Hemos juzgado injustamente tanta gente, mientras otros hemos sido señalados , nuestras oportunidades limitadas y nuestra reputación manchada; y también hemos dejado tanta cizaña crecer al lado nuestro, que en muchas ocasiones se han echado a perder lindos proyectos de Dios.
“El que tiene oídos para oír, oiga.” Mateo 13:43
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