Estas semanas de Adviento nos hacen mirar atrás a la historia para proyectarnos hacia el futuro con ilusión, entusiasmo y esperanza. Recordamos el primer encuentro visual con Dios a través de Emanuel, al que tenemos acceso a través de la historia y el que celebramos en Navidad. Este es el encuentro de Dios con el ser humano para REDENCIÓN, que se da a través del sufrimiento, a través de las complejidades de la vida ejemplificadas en la historia de Jesús, María y José. En esa historia se entrelaza la pobreza, la escasez, el llanto, la traición, el engaño, los exilios, el ir de un lugar a otro en la vida buscando mejores oportunidades, la muerte misma. Es esa encarnación que abraza y se aferra a la totalidad de la realidad humana en sufrimiento para que podamos encontrarnos con un Dios identificado con nosotros en todo, tanto en nuestras celebraciones y alegrías como en nuestro sufrimiento.
Sin embargo este acontecimiento no es solo un hecho que aceptemos por fe, sino que la vida de Jesús que podemos corroborar a través de la historia nos sirve de señal para lo que esperamos. Hoy, desde nuestra realidad histórica sabemos que la historia que comenzó en Belén, tan parecida a la de muchos de nosotros y de nuestras familias, venció la muerte y la desesperanza de la cruz en la resurrección. Es por eso que hoy podemos aferrarnos a ese encuentro con Dios en la pequeñez y humildad de un niño nacido en la escasez y expuesto a la vulnerabilidad y fragilidad humana para ser fortalecidos e impregnados con el gozo que nos permite vivir con el espíritu en vela para distinguir a Dios en cada epifanía de la vida diaria, en cada encuentro cotidiano que nos impulsa y nos restaura.
Que esta navidad renueve tu esperanza y te permita encontrar en la historia de Belén un nuevo sentido para tu vida y una nueva luz que inspire e ilumine tu caminar.
¡Gracias por su vista!