“Estoy haciendo el inventario
La lista de los bienes que poseo
Es tanta mi fortuna que me asusta
Es tanta que al pensarlo siento miedo
Es tanto mi tesoro y tan profundo
que nadie tiene más en este mundo”
Los más viejitos reconocerán estos versos, pero para los más jovencitos tal vez no tendrán el atractivo de una lírica y del arreglo musical de “Calle 13” pero lo que me motivó a compartirlo con todos es lo profundo de su contenido y eso sí lo tienen en común “Nelly y Tony” y “Calle 13”. Si bien es cierto que debemos hacer un inventario a diario de los bienes que poseemos, tan bien es cierto que son pocas las ocasiones en las que nos detenemos a reflexionar sobre este particular. De cierto, cuando nos enfrentamos con la muerte y en otras ocasiones a fin de año antes de que el alcohol o la fiesta nos distraigan de lo trascendente se nos da la ocasión de hacerlo.
No les niego que a mi la muerte me hizo hacer un inventario, y tampoco les niego que me asusté… Durante los últimos cinco meses he transitado los pasillos de varios hospitales, en unos dando cuidado pastoral a aquellos que se enfrentan con su fragilidad humana y buscan sentido a la vida en el sufrimiento, y en otros cambiando mi ropaje al de hija que buscaba a su vez la palabra de consuelo y el sentido de la vida a través del sufrimiento de sus propios seres queridos.
¡Que ironía! Pasar en un abrir y cerrar de ojos del dar a recibir, de la seguridad a la incertidumbre, de la fortaleza a la fragilidad… y en esa reflexión de lo que son las fuerzas opuestas que dan sentido a la vida me reafirmo que aun ante el sufrimiento, la muerte y las pérdidas, soy muy afortunada…
Y ante todo esa fortuna que tengo, “siento miedo”…
“Tengo el sol, las flores y la brisa
Tengo el mar, la luz de tu sonrisa
Tengo el cielo infinito, tengo miles de estrellas
Tengo fe pues no hay nada sin ella”
Siento miedo de levantarme en la mañana y pasar por el amanecer tan de prisa que no pueda reconocer que sobre mi está el sol para calentarme y para dar luz a mi camino mientras muchos otros mueren de frio en la oscuridad…
Siento miedo de pasar tan de prisa por el viejo San Juan para llegar a tiempo a una tienda de la calle Fortaleza que no pueda admirar el mar que muchos y muchas anhelan ver aunque sea una vez en su vida.
Siento miedo de no dejar que ilumine mi vida la luz y la alegría que brota de un ser querido cuando me sonríe, de ignorar el amor que se refleja en la sonrisa de todo aquel o aquella que Dios ha puesto a mi lado para amarle y ser amada por ell@s.
Siento miedo de vivir tan de prisa que no pueda admirar el cielo infinito cuando se pone el sol y las estrellas que pintan el firmamento tenuemente para guiar nuestros pasos en los momentos de oscuridad.
Siento miedo de perder la fe cuando pienso que solo de mi provienen mis fuerzas…
“Tengo al fin la suerte de estar vivo/a
Y tener un hermano y un amigo
De abrazar a mi madre, de besar a mi hijo
Tengo a Dios que esta tierra bendijo”
Siento miedo de dejar de disfrutar la vida porque paso demasiado tiempo temiéndole a la muerte…
Siento miedo de olvidar a mi herman@ y a mi amig@ porque los afanes del diario vivir me roban el tiempo de lo importante…
Extraño el abrazo de mi madre pero siento miedo de que si la tuviera dejaría pasar los días sin buscar sus brazos…
Siento miedo de pasar una noche sin besar a mi hijo porque pienso que ya es todo un hombre… y
Siento miedo de olvidar a Dios que esta tierra bendijo…
“Tengo amor, y que más
que más puedo pedir
nada más, nada más”
¿SIENTES MIEDO?…
¡Gracias por su vista!