Por qué mi Dios es también Madre

Mi Dios es también Madre porque no se limita a los constructos humanos de género, “Dios es”. Si Dios no puede ser Padre y Madre a la vez, Dios sería tan pequeño y tan limitado como la misma mitad de la capacidad creadora que Dios haya depositado en los seres humanos. Limitar a Dios dentro de una visión antropomórfica y patriarcal ignora la grandeza ilimitada de “Su Ser” (Ex 3:14) en relación con las limitaciones humanas.

Si Dios no puede ser también Madre, entonces no puede encubar en su vientre, amamantar con su pecho, dar vida con su propia sangre y parirnos como sus creaturas, amarradas a sí por el cordón que nos nutre hasta que seamos capaces de asumir la vida independientes. Dios Padre solamente, se queda ¡tan limitado! Sería el Dios que después de engendrar se puede desvincular porque la vida de la creatura no depende más de él. Sería como el Dios del patriarcado que se limita a crear, proveer y reprender. Pero es la dimensión femenina de Dios la que nos pare desde las entrañas maternas de su misericordia (misericordia en hebreo “rachum” de la raíz “rechem” que significa “útero”).

Mi Dios es Padre y Madre porque en la unión de ambas metáforas se ilustra la dimensión infinita de Dios creador. Mi Dios es Padre y Madre porque me niego a creer que un Dios que me creó a su imagen, se ofenda de que se le llame como mi hijo me llama a mí, “Madre”. Mi Dios es Padre y Madre porque no existiríamos sin ambos. Mi Dios es Padre y Madre porque llamándole Madre no tengo nada que perder y sí mucho que ganar. No pierdo poder pero sí gano igualdad y dignidad.

Mientras Dios siga siendo hombre las mujeres seguiremos siendo creaturas de segunda. Mientras Dios siga siendo hombre únicamente, los hombres seguirán viéndose a sí mismos legitimados en su superioridad. Dios también es Madre para mí porque llevo su imagen tanto como los hombres (Gen 1:27). Dios también es Madre para mí porque se lo que es cargar un hijo en mi vientre (rechem), que respire porque respiro, que se alimente de mi sangre, que viva porque vivo.

Pero mi Dios es mucho más que cualquier metáfora humana que pueda usar para tratar de entender la infinita esencia de su Ser. ¡Ese es mi Dios! Pero no me molesta si tu Dios es solo hombre.

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Jn 4:24)

¡Gracias por su vista!

Website Powered by WordPress.com.

Up ↑